Del 1 de julio al 24 de agosto la ciudad acogió una nueva edición de los Veranos de la Villa. La voz de Diana Krall sirvió para inaugurar un festival con un cartel de lujo, donde brillaron MarioVargas Llosa y Aitana Sánchez-Gijón en su versión de Las Mil Noches y una Noche.
Un año más, Madrid recibió con música, teatro, danza y grandes espectáculos la temporada estival. El 1 de julio arrancó la XXIII edición de Veranos de la Villa con un concierto de la que es, para muchos, la mejor voz del jazz de este incipiente siglo XXI. Hablamos de Diana Krall, la cantante-pianista canadiense, que actuó en el patio central del Conde Duque, que recibió después a toda una diva, Gloria Gaynor, Crowded House, los Niños Cantores de Viena y a un icono de la música popular americana Paul Anka. Son sólo algunas de las estrellas que iluminaron este emblemático espacio, en el que también resonaron las canciones de siempre de María Dolores Pradera y Los Sabandeños, los melodiosos temas de Mariza y las letras ‘con mensaje' de Pablo Milanés. El duende llegó de la mano de Dulce Pontes y Estrella Morente, dos grandes damas de la canción.
El Conde Duque también fue el escenario que sirvió para acoger la primera producción de La Boîte à Rêves, la compañía fundada por Jérôme Savary, que presentó en Madrid Don Quijote contra el Ángel Azul, inspirada en las respectivas obras de Cervantes y Sternberg. La danza estuvo representada por el Duke Ellington Ballet de Roland Petit con Lucía Lacarra, y Joaquín de Luz y Solistas del New York City Ballet.
Las Mil Noches y una Noche fue la particular versión que, a partir de la famosa obra árabe-persa, Mario Vargas Llosa representó junto a una Sherezade muy especial, Aitana Sánchez-Gijón, en un escenario privilegiado: los Jardines de Sabatini. Con el Palacio Real de fondo, las noches aquí fueron después puramente flamencas, con recitales y actuaciones de los más grandes maestros del género, entre otros los cantaores Enrique Morente y Lole Montoya o el bailaor Antonio Canales.
Los Jardines de Sabatini sirvieron también como marco incomparable para tres zarzuelas: El año pasado por agua, de Federico Chueca y Joaquín Valverde, La Revoltosa, de Ruperto Chapí, y La zarzuela madrileña... del Madrid Romántico al Madrid de los años 50.
Hubo también danzacalles, música para las puestas de sol, títeres para los más pequeños, cine al aire libre, formaciones musicales que trajeron a Madrid sonidos de otros rincones del mundo: tangos de Argentina, percusión iraní, danzas sufís, ritmos cubanos... El 5 de agosto la Plaza Mayor tuvo su propia banda sonora: la deLa Valquiria, de Wagner, cuyo primer acto dirigió Daniel Barenboim al frente de la Orquesta West-Eastern Divan